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Ser perfeccionista en el trabajo

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El perfeccionismo es uno de esos rasgos que se miran con cierta condescendencia, incluso podríamos decir que admiración. Sin embargo, en muchas ocasiones, las personas que lo manifiestan no disfrutan precisamente de él, sintiéndose en ocasiones esclavas de su propio afán por terminar con los errores o carencias.

El perfeccionismo en el trabajo es considerado con frecuencia una virtud. De hecho, muchas personas mencionan que tienen esta habilidad cuando hacen una entrevista laboral. Sin embargo, esta actitud que busca el control de cada pequeño detalle y la excelencia se podría considerar, más bien, un defecto. Cuando una persona perfeccionista se pone a trabajar, podemos ver como esta habilidad tiene más aspectos negativos que positivos. Será habitual que no cumpla con los plazos, por ejemplo. El artículo Laborodependencia: cuando el trabajo se convierte en adicción trata el perfeccionismo como una adicción psicológica que define como «el miedo al fracaso impone un control estricto, un alto nivel de exigencia y una intolerancia a los errores». Por ello, hoy vamos a descubrir qué supone, realmente, ser una persona perfeccionista.

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Un aspecto importante de los trabajadores que son perfeccionistas es que terminan sufriendo problemas de salud. Entre ellos son frecuentes la ansiedad y el estrés, no obstante, existen muchos otros:

  • Dificultades para delegar el trabajo, lo que se traduce en una mayor carga de responsabilidades que requieren de más horas para poder cumplirlas.
  • Incapacidad para solucionar los problemas de una manera más efectiva debido a la falta de claridad que provoca esa excesiva carga de trabajo.
  • Mayores esfuerzos para relacionarse con los demás, dado que el trabajo ocupa el 100% del tiempo de la persona perfeccionista, lo que reduce sus habilidades sociales.
  • Intolerancia a los errores, ya que la persona repasa una y otra vez cada detalle para que todo esté perfecto (aunque esto es imposible).

Estos son algunos de los problemas que pueden derivar del perfeccionismo. La sobrecarga de trabajo, la imposibilidad de delegarlo y no tener tiempo para relacionarse con otras personas son algunas de las razones por las que pueden aparecer el estrés y la ansiedad. Además, a estas emociones hay que sumarles la dificultad para disfrutar del tiempo de ocio, ya que el trabajo siempre está en la mente de estas personas. Como consecuencia, pueden experimentar impaciencia, irritabilidad e, incluso, una notable falta de atención a las necesidades propias, como indica el artículo sobre la laborodependencia. Las personas perfeccionistas reducen sus horas de sueño, se olvidan de hacer ejercicio físico e, incluso, de cuidar su alimentación.

El perfeccionismo extremo puede dar lugar a indecisiones o patrones de comportamiento demasiado rígidos o controladores, que podría desembocar y aliarse con la depresión. Aunque el perfeccionismo en el trabajo se vincula con personas que tienen metas ambiciosas, deseos de mejorar, trabajadores a los que no les importa hacer horas extra, en el momento de la verdad descubrimos un comportamiento nocivo. La intolerancia a los errores puede provocar problemas de autoestima, mientras que una exigencia muy alta puede derivar en depresión. No tolerar el error genera frustración. Además, las personas perfeccionistas tienden a buscar la aprobación de los demás y la opinión sobre los resultados siempre es subjetiva.

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¿Se puede dejar de ser perfeccionista?

Quizás hemos llegado al punto más importante y es saber si el perfeccionismo en el trabajo es posible de atenuar para minimizar sus consecuencias. Lo cierto es que sí se puede, la cuestión es que hay que buscar ayuda y, sobre todo, ser conscientes de que supone un problema, una limitación. Cuando una persona es perfeccionista y sufre las consecuencias de serlo, el primer paso es buscar ayuda profesional. Este se encargará de diseñar la intervención, la misma que en muchos casos se enfocará sobre los problemas de autoestima que pueden estar perpetuando esa «obsesión». Alguien que quiere tener el control y que busca la perfección suele ser también una persona que tiene una autoestima muy baja. Asimismo, a la persona perfeccionista se le pueden brindan herramientas para que se relaje, disminuyendo el desgate y la ansiedad en aquellos planos en el que este rasgo se manifieste con más fuerza. Con paciencia y mucho esfuerzo, una persona perfeccionista puede dejar de sufrir sus consecuencias.