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¿Qué es la soledad no deseada?

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La soledad no deseada es un malestar psicológico que afecta a muchas personas, y que muchas veces aparece en las sesiones de psicoterapia. Es la sensación que experimenta parte de la población en la que se tiene la percepción de no tener apoyos o alguien con quien contar. Esto no implica que quienes la experimentan tengan que estar obligatoriamente aislados físicamente, si no que a pesar de estar en contacto con otras personas, no se sienten compañados, lo cual genera un malestar clínicamente significativo y un deterioro de la calidad de vida.

Una persona puede decidir aislarse voluntariamente del resto de la sociedad, pero a diferencia de la soledad no deseada, en estos casos se busca activamente este aislamiento, y no genera malestar.  Por sí sola, la soledad no deseada no se constituye como un diagnóstico, pero suele existir comorbilidad (aparición de 2 trastornos simultaneamente) con otras alteraciones como pueden ser la depresión, trastornos de ansiedad, trastornos de personalidad o el trastorno límite de la personalidad.

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Causas

No es una causa monofactorial, normalmente se genera a raíz de la unión de diferentes factores de riesgo que acaban desembocando en esta soledad.

Algunos de estos factores podrían ser :

  • Problemas de habilidades sociales: ya que si alguien no sabe cómo relacionarse, le costará generar un círculo social.
  • La edad : ya que, por desgracia demasiado habitualmente, las personas mayores se van quedando aisladas de su entorno porque les es más difícil establecer contacto entre ellas, fallecimiento de amigos y familiares.
  • Cambios en el entorno: como podría ser ir a una residencia, pérdida de visitas de la familia… todo esto genera que la persona cada vez vea su arraigo social más debilitado.
  • Mudanzas:  ya que al cambiar de residencia, se dejan atrás relaciones que muchas veces se debilitan y puede costar mantener y a la vez, es muy difícil establecer nuevas relaciones.

Consecuencias

En muchas ocasiones, puede desembocar en problemas de ansiedad, depresión, problemas de autoestima, miedo a enfrentarse a situaciones sociales. Todo esto puede darse en mayor o menor medida, pero lo que es evidente es que genera una profunda frustración y sentimiento negativo que se acaba extendiendo a otras áreas de la vida de la persona. Además de las consecuencias que se nombraron anteriormente, esta soledad puede intentar suplirse con conductas perjudiciales para la salud como pueden ser consumo de drogas u otro de adicciones, puede aumentar el riesgo de suicidio, las conductas delictivas y antisociales. Por otro lado, en los últimos años se está viendo que existe una relación entre la soledad no deseada y las probabilidades de padecer Alzheimer.

Aunque es cierto que se suele pensar principalmente en personas mayores, toda la sociedad está expuesta a este riesgo. Empezando por los más pequeños, en los que si no se tiene una adecuada educación social y oportunidades de interactuar con sus iguales y tener figuras de referencia y apego, podría sufrirse de soledad no deseada.  La etapa de la adolescencia es bien conocida como una época de cambios, y en algunas ocasiones de desapego de la familia para volcarse en los amigos. Esto lleva al riesgo de que si no se gestiona bien esta evolución puede resultar en un vacío al no sentirse integrado ni con unos ni con otros. Además, tanto en la adolescencia como en la edad adulta, las redes sociales son un factor de frustración muy grande, ya que pensamos que nos unen y evitan la soledad, pero suelen generar relaciones superficiales y en gran medida promueven la comparación social. Esto se debe a que se muestra la «mejor versión» y puede llegar a generar un sesgo en la persona que recibe esta información, creyendo que «es menos sociable» que su entorno.

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La soledad siempre ha existido, pero ha aumentado por el uso de las redes sociales y por el actual ritmo de vida que no nos permite establecer relaciones sociales tan intensas, ya que el estrés hace que no tengamos apenas tiempo para relacionarnos de manera significativa. Lo cierto que es que vamos a una realidad preocupante, en la que nuestra rutina y el exacerbado uso de las nuevas tecnologías, la velocidad a la que va todo, nos está impidiendo socializar como deberíamos.

Pese a que pueden influir de forma positiva, ya que permiten mantener o crear relaciones, lo cierto es que las nuevas tecnologías también lo hacen de manera muy negativa, porque nos parece que todo el mundo tiene muchos amigos con los que salir, podemos caer en comparaciones y sentirnos muy aislados. Por otra parte, todos hemos estado en reuniones en la que la gente mira el móvil en lugar de al que tiene enfrente. Estos actos nos están aislando. En cualquier perfil, es importante valorar si verdaderamente existe una red social, no necesariamente muy grande, y si, pese a que exista, la persona sigue sintiéndose sola. Por ejemplo, si pienso que estoy solo y eso no es real, habrá que ver por qué lo pienso, qué expectativas tengo, ya que si quiero tener cada día un plan social, quizás tengo unas expectativas poco realistas, o si no tengo red social de apoyo, pueda comenzar a buscar actividades y a entrenar herramientas sociales para poder crearla. Por otro lado, si hablamos de que esta soledad es síntoma de un trastorno de ansiedad, depresión, problemas de autoestima… hay que tratarlo como un todo global en terapia psicológica.