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El sindrome de la victima emocional

El sindrome de la victima emocional 1

la siempre victima emocional

No son pocas las veces en las que la vida nos sorprende con situaciones que no esperamos.  Es entonces cuando nos preguntamos : ¿Por qué tuvo que pasarme a mi ?  Luego, de inmediato viene una lista de posibles culpables que nos termina enfrentando a 2 opciones: o lo tomamos de forma «natural», tomando conciencia que todo el mundo pasa por asuntos similares, (y hasta de mayor gravedad), usamos nuestra experiencia y creatividad para resolverlo y salir adelante (o al menos intentarlo) o, la segunda opción es quedarse «atascada», pegada a la idea de que es totalmente injusto lo que nos sucedió y lo vivimos desde la queja y la bronca.

Las personas que eligen el rol de  «victima» como forma de vida utilizan un estilo particular de comunicación. Su forma de expresión tiene un alto contenido de condena hacia el prójimo, hacia la vida misma. Suelen usar frases como «por su culpa estoy así, no me lo merezco» o «nunca nadie me ayuda y yo estoy siempre sola para lidiar con todo». De esta manera, terminan hasta generando vinculos tóxicos. Su afecto es condicionado. Juegan al todo o nada. Sufren por todo. Creen que si su amor es «incondicional»,  tienen todo el derecho y deber de recibir lo mismo, y si no se da, entonces lo viven como que el otro es un desagradecido. Siempre están a punto de “ser felices”, pero siempre encuentran alguien y/o algo, que no se los permite, lo que refuerza su rol de víctima.

Si lo elegimos a conciencia, sabiendo lo que se pierde al ocuparlo, ocupar este rol en la vida no está ni bien ni mal. Pero es importante que tengamos en cuenta algunas “alarmas emocionales” para evitar vivir desde un lugar “aprendido”, pero no elegido:

  • Si te escuchás contando o recordando situaciones en la que generalmente te sentís ofendida por la otra persona, justificando siempre tu accionar.
  • Si quedás entrampada en una relación que te hiere, esperando que el otro cambie anclada en la frase “con todo lo que hice por el/ella… No puede no cambiar por mí”.
  • Si te escuchás contando una y mil veces situaciones dolorosas de tu pasado despertando en vos y a quién se la contás sentimientos de pena y dolor.

Woman with Headache --- Image by © Royalty-Free/Corbis

Elegir vivir desde esta «perspectiva»  hace que se ponga en el otro la responsabilidad de todo lo que pasa en tu vida. Puede parecerte beneficioso porque te sentís libre de responsabilidad. Parecería que solo te resta quejarte, sufrir y esperar. Pero la realidad es que no se termina teniendo control de la propia vida y ésta transcurre con más penas que gloria. El costo emocional de vivir desde el lugar de la víctima es alto. Porque las víctimas viven con dolor, confundidas. Se sienten maltratadas, malqueridas. A veces, tienen la sensación que es más lo que padecen que lo que disfrutan la vida.

Entre el 10 y 12% de las consultas psicológicas tienen que ver con la dependencia emocional. Desde el rol de la víctima se crean estos tipos de vínculos, al poner tu bienestar, tu autoestima y tu libertad en manos de otra persona. Se crean irremediablemente vínculos co-dependientes. Es cierto que cada uno transita por la vida con una historia a cuestas, pero también es cierto que hay otra historia que seguimos escribiendo día a día. Y esa la que finalmente determina nuestro bienestar. La historia que elegimos contarnos en este presente. Es, en definitiva, la que nos animamos a vivir. Puede ser que tu queja sea justificada muchas veces. Pero al no transmitirla en forma constructiva, no genera cambios. Puede ser que algunas personas no sean como esperabas que sean y eso te irrita, pero también es cierto que tienen derecho a ser como quieren ser. Y vos, el derecho a elegir con quién compartir, o negociar las diferencias para crear vínculos más saludables.

Tips que pueden ayudar:

Autogestión emocional. ¿Hace cuánto tiempo vivís esperando la decisión del otro? ¿O condenando a tus padres por lo que viviste? ¿O a tu pareja por lo que hace y/o dice? ¿Cuántas cosas te perdiste de vivir en esa espera? ¿Cuántas más estás dispuesta a perder? Si intentás bajar la frecuencia e intensidad de las quejas que más te angutian, te permitirás bajar el ruido mental, emocional. Y esto seguramente te ayude a empezar a replantearte algunas creencias y te generarán nuevas preguntas.

Intolerancia vs. aceptación. No todos somos iguales. Esas diferencias no nos hacen ni mejores ni peores, simplemente nos hacen distintos. El hecho de replantearte las diferencias desde otra perspectiva te permitirá aceptar tus fortalezas, disfrutándolas; así como decidir qué hacer con tus zonas más vulnerables y decidir qué hacer con ellas: podés condenarte a la autocrítica constante o plantearte estrategias para modificarlas. En la autoaceptación reducís tu nivel frustración, ira e intolerancia y te das el espacio para actuar con libertad, viviendo desde un rol proactivo tu vida.

Practicar el desapego. Tratá de no exponerte a situaciones que no elegís, que te incomodan. Cuando comunicás lo que sentís, intentá no usar frases con contenido condenatorio, crítico (destructivo): es un derecho natural expresar lo que sentís, lo que pensás, aunque no coincida con el pensamiento de los demás. Por eso, justamente, no es necesario que lo transmitas en forma agresiva. Tratá vivir desde tu criterio, proyectar tus propias metas e intentar alcanzarlas. Más allá del reconocimiento social, no tenés que demostrarle a nadie quién sos ni competir con nadie. El único desafío es con vos. Para permitirte crear nuevas estrategias para superar tus límites y llegar adonde solamente vos elijas hacerlo. El desapego emocional es uno de los mejores antídotos para terminar con el síndrome de la víctima.