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El buen dormir es fundamental en la vida

El buen dormir es fundamental en la vida 1

Dormir y descansar son funciones imprescindibles para ayudar a que los procesos cognitivos que se desarrollan en nuestra mente sean los óptimos para aprender todo lo que nos propongamos. Descansar para aprender implica, por un lado, dormir bien, lo cual es una función vital y necesaria de nuestro organismo para funcionar correctamente, tanto a nivel físico como mental. Y, por otro lado, descansar supone que en periodos cortos de tiempo, entremedias de nuestras actividades cotidianas, familiares o laborales, podamos relajar la mente y el cuerpo sin hacer ningún tipo de actividad física o mental. De acuerdo a nuestra edad y actividad diaria, tanto dormir bien como descansar por periodos breves a lo largo del día son funciones fundamentales para nuestro bienestar.

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El sueño es un proceso biológico que designa tanto al acto de dormir como a la actividad de la mente durante ese periodo, y cuya función está relacionada con la recuperación de la energía que gastamos durante el día, con la reparación cerebral (neuronal y almacenamiento y eliminación de recuerdos) y de los tejidos corporales. Además de regular nuestra temperatura corporal para facilitar procesos metabólicos y hormonales. El sueño se caracteriza por tener dos estados que se van alternando y en los que se identifican distintas fases: el estado no REM o NREM y el REM. El estado NREM es el que se caracteriza por no tener movimientos oculares rápidos y en el que podemos diferenciar cuatro fases. La fase de adormecimiento, la de sueño ligero, una de transición al sueño profundo, y la fase llamada ‘Delta’ o de sueño profundo. Esta última fase se considera fundamental para un buen descanso. Por su parte, el estado REM del sueño se caracteriza por los movimientos oculares rápidos y está compuesto por una sola fase. Este estado es también conocido como ‘sueño paradójico’ o ‘desincronizado’, y tiene una elevada actividad cerebral semejante a la vigilia.

Las personas van progresando de forma diferente a través de las fases del sueño, y cada fase varía de tiempo según la persona. En términos generales, una persona pasa de cuatro a seis ciclos a lo largo de 7 u 8 horas de sueño. Durando cada ciclo unos 90 minutos, aproximadamente. Así, un adulto entra en el estado de sueño NREM con sus respectivas fases de la 1 a la 4, lo cual dura alrededor de una hora. Seguidamente, se produce un camino inverso volviendo a la fase 3 y 2 del estado NREM, para luego entrar en la fase del estado REM, que dura unos 10 minutos, aproximadamente. Así, esta secuencia es la que compone un ciclo de sueño. También, hay que señalar que, con cada ciclo, las fases 3 y 4 del estado NREM se van acortando y va alargándose la fase REM.  Además, en los recién nacidos, la fase REM de sueño es mayor, mientras que en los ancianos es menor.

Dependiendo de su edad, las personas necesitan dormir más o menos. Así, los recién nacidos deben dormir entre 16 y 18 horas al día, los niños en edad preescolar y escolar entre 11 o 12 horas, y los adolescentes alrededor de 9 horas diarias. Ya en la etapa adulta y en la madurez, a partir de los 25 años, son necesarias entre 6 y 8 horas diarias de sueño. A su vez, además de la edad de las personas, las necesidades de sueño varían en función de su actividad, física o intelectual. Pero, en términos generales, el sueño y el descanso son vitales para nuestra salud y subsistencia, así como para nuestra capacidad de aprendizaje.

Cuando no dormimos lo suficiente, esto puede afectar a nuestro ánimo provocando estados de: Irritabilidad, Ansiedad, Depresión, Mal humor, Nerviosismo, Fatiga, Lentitud de pensamiento. Incluso, la falta de sueño y de descanso está relacionada con el aumento de riesgo de padecer enfermedades como: Diabetes tipo 2, Insomnio, Presión arterial alta, Obesidad, Enfermedades del corazón o accidentes cerebrovasculares.

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Aprender es adquirir un conocimiento de algo por medio del estudio, el ejercicio o la experiencia. Para lo cual, es necesario poner en movimiento nuestro cerebro y nuestras neuronas y poder llevar a cabo distintos procedimientos mentales tales como la: Comprensión, Memorización, Razonamiento lógico, Abstracción y Deducción. Con lo cual, si por la noche no podemos conciliar un sueño reparador, nuestra capacidad de aprendizaje se verá disminuida. Estudios e investigaciones indican que es necesario descansar para aprender, ya que durante el estado REM de sueño es cuando se produce la restauración de la función cognitiva. Es decir, en este periodo de descanso es cuando funciones como la memoria y la concentración se reparan y recuperan, se fijan los recuerdos recientes y mejora, por lo tanto, nuestra capacidad de aprendizaje.

Además, como hemos dicho, para aprender, no solo es suficiente dormir bien por las noches, sino que podamos, a lo largo del día, disfrutar de periodos breves de descanso. Esto es así porque nuestra capacidad de atención y de concentración es limitada y debemos alternar intervalos de aprendizaje con intervalos de desconexión y de relajación. Lo ideal, entonces, es hacer 45 minutos de concentración con 10 minutos de descanso en personas adultas. Y, en el caso de los niños, acortar los periodos de concentración y aumentar sus periodos de descanso, tanto en tiempo como en abundancia.

Descansar para aprender, entonces, es primordial porque, si dormimos bien y nos tomamos nuestros ratitos de relax a lo largo de nuestro día, conseguiremos:

  • Refrescar y mejorar nuestra memoria.
  • Concentrarnos mucho más.
  • Tener mejor ánimo y humor.
  • Comprender mejor lo que leemos.
  • Ser más productivos, eficientes y eficaces.
  • Mejorar nuestra predisposición y relación con los demás.
  • Tener más energía mental y física.
  • Sentir mayor sensación de control sobre las cosas.

En definitiva, para que nuestro organismo funcione de forma óptima, nuestro bienestar sea pleno y podamos aprender algo nuevo cada día, debemos descansar.