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Cuando nuestras amigas dejan de serlo

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En la infancia, y sobre todo a partir de la preadolescencia, las amigas son el vinculo más importante. Las relaciones de amistad se intensifican aún más en la adolescencia. Las mejores amigas son esas a las que llamamos por tel y con las que nos quedábamos horas charlando, aún cuando habíamos salido del colegio media hora antes y habíamos estado todo el día juntas, son quienes estuvieron a nuestro lado esa primera vez en la que un chico nos dejó y nos partió el corazón, las que nos acompañaron en nuestros momentos de tristezas, angustias y con quienes compartimos grandes alegrías. Son aquellas que se quedaron fines de semana enteros viendo películas románticas o de terror, las que se quedaban a dormir compartiendo charlas hasta la madrugada, las que siempre estaban listas para acompañarnos a bailar y a conocer ese nuevo boliche, las que nos bancaron cuando sentíamos que nadie nos entendía, etc.

A partir de este vinculo tan estrecho siempre pensamos que nuestras grandes amigas iban a permanecer al lado nuestro por el resto de tu vida, pero, de pronto, los años fueron pasando y nos encontramos con que ya dejamos de tener cosas en común, que nuestros puntos de vista también son distintos y que cada una armó una vida completamente opuesta. Y nos es hasta difícil de comprender cómo nos pudo pasar y cómo ahora preferimos pasar más tiempo con nuevas personas. Sin embargo, aunque cueste creerlo es normal que esto suceda y le pasa a mucha gente.

En la adolescencia la amistad se vive como el centro de la vida y las relaciones con los amigos son lo más importante. A esa edad los vínculos son muy intensos y (un poco) dramáticos. Pero cuando crecemos y dejamos la adolescencia atrás se definen mejor nuestra personalidad, nuestros gustos, intereses y valores, y puede ser que ya no coincidan con lo de tus amigas tan queridas. La peor parte es que vos no las dejas de querer por eso, siempre las vas a querer, pero las cosas que compartís ya no son las mismas. Y, muchas veces, el momento que se vive es triste y hasta doloroso. Con los sentimientos nada es tan sencillo como parece. Por más que podemos entender que la gente cambia con el tiempo y es difícil que nos sigan gustando e interesando las mismas cosas a todos, nosotras quisiéramos que nuestras amigas sigan siendo las mismas, y vivir la amistad como cuando éramos más chicas. Por eso la angustia es tan grande cuando nos damos cuenta que nos divertimos más con las novias de los amigos de nuestros novios que con nuestras amigas de toda la vida.

cuando nuestras amigas dejan de serlo con el paso del tiempo

En los primeros años, la amistad tiene mucho que ver con la presencia y la cercanía física, y por eso nuestros grupos se forman con los amigos del colegio o del barrio. Más tarde la vida se va ocupando de separarnos. En la infancia el apego es más con los padres que con los amigos. En cambio, en la adolescencia los amigos son esenciales y protagónicos en el desarrollo de la identidad. Después cuando llega la primera juventud, una vez finalizado el colegio, los caminos se empiezan a bifurcar y se van buscando grupos de pertenencia que compartan intereses y estilos de vida.

Por eso empieza a pasar que las que están de novias prefieren hacer programas con sus novios, y las que no, quieren salir al boliche. O que una se queda embarazada y se empieza a rodear de grupos de mujeres con bebés recién nacidos y que de lo único que habla es de pañales o de cómo fueron los partos. La verdad es que una se choca con la realidad, porque en la adolescencia se idealiza mucho la amistad. No todos los afectos se pueden mantener como nosotras los deseamos y no se pueden forzar estos sentimientos. Hasta podemos encontrarnos con una amiga a quien no vemos desde hace añares y darnos cuenta que ya no tenemos nada en común, o que incluso suceda lo opuesto. Porque no se puede vivir en la juventud de recuerdos, y hay muchos amigos que quedan como un hermoso e inolvidable recuerdo.

A diferencia de otro tipo de relaciones, lo mejor de la amistad es que es libre. La amistad no es un contrato eterno sino que hay que renovarlo. Es una hermandad elegida, donde ambos tienen que elegirse recíprocamente. Si no es correspondido no se puede mantener y no se puede imponer de una persona a otra. En el amor está el deseo de dominar y no perder al otro, en cambio entre amigos no se puede dominar e imponer porque se termina.

En la adolescencia las amistades son más dramáticas e intensas. El si mismo está puesto en el otro, entonces todo es dramático y hay muchas ofensas. Pero las relaciones posteriores, aunque no sean tan pasionales, porque son más maduras, pueden ser igual de profundas. Además, pueden ser muy genuinas, de compartir experiencias, de mucha solidaridad, pero no tienen ese tinte tan personal, casi como si el otro fuese una parte de uno mismo.

Las amigas de toda la vida han sido testigos, y son la que más han estado al lado nuestro, pero el nivel de profundidad no tiene que ver con estar al lado sino con el nivel de cosas compartidas. A veces uno puede tener amigos íntimos y profundos a los que ve una vez por año, o verse poco, porque depende de lo que compartan cuando se ven y del nivel de intimidad. También dos personas se pueden alejar o puede haber una ruptura por motivos más específicos. Cuando hay una amistad hay algo recíproco donde ambas se eligen. En esa elección reciproca hay algo de admiración, confianza y lealtad. Hay empatía, que sería ponerse en los zapatos del otro y ver lo que le pasa para acompañarlo.

cuando nuestras amigas dejan de serlo

Cuando algunos de estos afectos no aparecen más hay una caída, una ruptura, y momentos de desilusión y pérdida de confianza, lealtad y de entrega, que es vivido como traición. Al principio puede ser que no se viva como una cosa natural, sino como una traición, como “no me llama tanto”, “antes hacíamos tal cosa y ahora no”, o “ahora tiene otras amigas”. Puede haber culpas o que se dejen de lado entre sí. Luego se toma conciencia de que nadie traiciona a nadie, sino que es el proceso de crecimiento de cada uno, y que las cosas cambian.

Hay que poder reflexionar que no es falta de voluntad, que no es un malestar, sino que el punto de encuentro emocional se ha ido transformando en una distancia , por las diferencias de vida que han tenido una y otra persona. Puede pasar que dos amigas que fueron íntimas tengan estilos de vida muy diferentes, por distintas circunstancias, por ejemplo que una tenga una situación económica muy cómoda y la otra no, y que cada vez se haga más difícil que compartan salidas, vacaciones o programas. Es parte de la trama de la vida. Pero también hay gente que se vuelve resentida por las circunstancias que le tocaron. Es muy difícil que la gente que le pasa lo hable con el resto de sus amigas. Pero es una distancia elocuente que habla sin palabras. Entonces empiezan a buscar amigos nuevos que hacen las mismas cosas, y se van armando las afinidades de ese momento.