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¿Cómo nos afecta la hiperinsomnia?

¿Cómo nos afecta la hiperinsomnia? 1

A diferencia del insomnio, en el cual no podemos dormir, quienes padecen de hiperinsomnia no tiene inconvenientes para conciliar el sueño. Suelen dormir las horas necesarias pero, se despiertan igualmente cansados, permanecen somnolientos todo el día. Lo que sucede es que, si bien duermen, no descansan, no logran tener un sueño que sea reparador y que los cargue de energías para afrontar la siguiente jornada. Se levantan con dificultad (como si no se hubieran ni acostado), se sienten confusos, irritables y molestos.

Es ligeramente más común en mujeres que en hombres y suele comenzar a principios la edad adulta. Se parece a la narcolepsia en cuanto a los síntomas pero, mientras muchos narcolépsicos tienen problemas para dormir, quienes sufren hipersomnia logran dormir sin problemas e incluso mucho mejor que la mayoría de la gente. Puede ser ocasionada por otros trastornos del sueño y también por factores genéticos, además de por la ingesta de ciertos medicamentos y drogas. También puede aparecer en personas que tienen fibromialgia o en quienes sufrieron daños cerebrales.

qué es la hiperinsomnia

Existen varios tipos de hiperinsomnia

  • Hipersomnia recurrente: poco frecuente (sólo se conocen 200 casos). Se da entre 1 y 10 veces al año.
  • Hipersomnia idiopática (o primaria) con sueño prolongado: somnolencia excesiva, constante y diaria durante al menos tres meses. El sueño nocturno se prolonga durante unas 12-14 horas. Gran dificultad para despertarse.
  • Hipersomnia idiopática (o primaria) con sueño reducido: el sueño dura entre 6 y 10 horas. Los pacientes pueden tener dificultad para despertarse del sueño nocturno y también de las siestas.
  • Otros tipos de hipersomnia: debida a una enfermedad médica (enfermedades neurológicas o trastornos metabólicos, entre otros), hipersomnia secundaria al consumo de fármacos o drogas, e hipersomnia no debida a trastorno mental.
  • Sueño insuficiente inducido por el comportamiento: voluntaria, pero no buscada directamente, derivada de comportamientos que impiden alcanzar la cantidad de sueño necesario para mantener un adecuado nivel de vigilia y alerta.

Algunos de los efectos de esta afección son: fatiga, cansancio, pérdida de concentración y sensorial, problemas de movimiento. Por lo general, hasta deben utilizar varios despertadores y alarmas para obligarse a levantarse de la cama y, al hacerlo, se sienten desorientados. Estos factores no deben tomarse a la ligera porque, al tener disminuídos los niveles de concentración, atención y memoria, terminan influyendo en la autoestima y en la vida social y laboral de quien sufre el trastorno.

Tratamiento:

A menudo se trata con estimulantes y anfetaminas, y a veces con antidepresivos. Una adecuada higiene del sueño es el cambio de conducta más importante que debe implementarse. Esto incluye el establecimiento de horarios de sueños regulares, disponer de un ambiente adecuado para dormir y una cama y almohadas cómodas, además de evitar la cafeína y otros estimulantes a la hora de acostarse. En los casos más severos, se puede tratar con un medicamento que habitualmente se utiliza para despertar a los pacientes tras la anestesia, denominado Flumazenil.