A primera vista, observar lo que sucede con el COVID-19 , la cuarentena dictada por la gran mayoria de los gobiernos del mundo, el confinamiento, el encierro, no parece dejar espacio para sensaciones y sentimientos de esperanza, buena vibra, energía positiva. Sin embargo, lo primero que debemos hacer es darnos cuenta de que aquello en lo que pongamos nuestra energía será lo que finalmente veamos y sintamos. Si nos colocamos en el miedo, éste crecerá. Y si todos lo hacemos a la vez, un país entero, un mundo entero poniendo su energía en el miedo, éste se hará más fuerte.
Es decir, cuantas más personas estén viviendo desde el miedo, más poder sobre nosotros le estamos dando. Cuando uno entra en el juego del miedo se coloca en una vibración que no suma, sino que resta. Le resta a usted y resta a los que le rodean. Porque lo que piensa y lo que siente, siempre, de alguna manera, se materializa en la realidad. Si pone el foco en el miedo, en el futuro y en lo que no depende de usted, se aleja del presente, se aleja de su vida y, sobre todo, se aleja de lo único que tiene poder frente al miedo: el Amor.
En vez de eso, lo mejor es poder reflexionar, buscar aprendizajes y «para qués» en esto que nos está ocurriendo. No es fácil de lograr, pero es posible, y merece la pena intentarlo.
5 cosas positivas que nos deja la pandemia y el confinamiento
1.- Para agradecer todo lo que tenemos.
No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Es una lección que en teoría ya sabemos, pero que a la hora de la verdad todavía no hemos aprendido. La tranquilidad de cada día. Poder ir y venir. Sentirse libre. Trabajar. Estar con la gente a la que quiere. Compartir. Celebrar. Disfrutar de cada momento… Todo lo que hay en nuestra vida cuando estamos en esa rutina que no valoramos hasta que la echamos de menos. Vale la pena preguntarse: ¿Qué puedo aprender de esto? ¿En qué podría ser más agradecido?
2.- Para dejar las quejas y las preocupaciones por aquello sin importancia
Cada día de nuestra vida normal nos preocupamos por cosas que no tienen la más mínima importancia: que esto no me salió como yo pensaba, que alguien me respondió mal, que qué pensarán de mí, que me ha parecido fatal eso que hiciste…Todo lo que cada día nos parece el fin del mundo se desvanece cuando llega algo realmente importante. ¿A que sí? Preguntarnos: ¿Qué puedo aprender de esto? ¿Sobre qué quiero dejar de quejarme?
3.- Para ser más conscientes de cómo vivimos
La vida nos ha traído una oportunidad maravillosa para reflexionar sobre cosas que tal vez no reflexionaríamos nunca. Que si no fuera por esto, no nos habríamos parado a pensar. Sobre su vida o sobre la Vida, sobre usted o sobre el Universo. Sobre lo que hace cada día y a qué y a quién dedica cada minuto, si es algo que de verdad es importante para usted o está viviendo en el piloto automático en el que le han enseñado a vivir. Qué precioso regalo para que dejemos de ir corriendo de un sitio para otro y ralenticemos el ritmo. Y qué triste que nos tengan que obligar a parar porque nosotros no sabemos hacerlo.
4.- Para dejar de perder el tiempo
De nada sirve reflexionar si después no se intenta cambiar. Si no hace algo con eso de lo que se ha dado cuenta. Si no se hace responsable de elegir cómo quiere vivir. En primer lugar, cómo quiere vivir esta situación en la que estamos, con qué actitud, desde dónde quiere vivirla, si desde el amor o desde el miedo. Y, en segundo lugar, para que elija cómo quiere vivir la vida, cómo quiere vivir cada instante, cada segundo que está aquí, que es un regalo, y no un derecho.
El mundo está lleno de personas que trabajan en algo que no les apasiona, que no se quieren a sí mismas, que no ponen límites, que viven para complacer a los demás, que no son felices con la persona que tienen al lado, que no se sienten bien en su vida y que no hacen nada para cambiarlo. Y ésta es una magnífica oportunidad para pararnos y darnos cuenta, para escucharnos, para reflexionar y para dejar de perder el tiempo y elegir cómo queremos vivir.
Es la magia de la vida que nos invita a hacernos preguntas: ¿Es ésta la vida que quiero? ¿Es esto lo que quiero para mí? ¿Es esto lo que me merezco? ¿Es esto lo que quiero ver cuando mire atrás dentro de unos años?
A veces necesitamos que la vida nos ponga contra las cuerdas para abrir los ojos. Y no pasa nada. Lo importante es que los abramos, que aprendamos de ello. Que aprenda a valorar lo que es importante para usted. Que empiece a valorarse y deje de dejarse (a usted) para mañana. Que disfrute de cada día. Que esté más pendiente de las personas a las que quiere y menos de las que no le aportan nada.
Pero esto no es para cuando pase la tormenta, que pasará. Hoy es el primer día para dejar de perder el tiempo. Para elegir perdonar a alguien, para llamar a alguien con quien hace mucho que no habla, para apostar por quererse más y hablarse mejor, para recuperar a alguien a quien había dejado de lado, para recuperarse a sí mismo, para demostrar cuánto quiere a los que quiere, para atreverse a ser uno mismo, para conectar con el amor y para decidir que a partir de hoy vivirá de otra manera. Eso que nunca tenía, tiempo, ya está aquí, Hoy ya lo tiene. ¿Qué está haciendo con él? ¿A qué le quiero dedicar a partir de ahora mi tiempo?
5.- Para saber que uno elije cómo sentirse, independientemente de las circunstancias que nos rodean
Esto, que es la principal enseñanza de la inteligencia emocional, de algunas religiones y de muchas terapias. ¿Y cómo se consigue? A través de los pensamientos. Lo que piensa es lo que siente y lo que cree es lo que crea. Imagínese que sus pensamientos fueran materia. Los pensamientos de miedo, de negatividad, de dramatismo, de tragedia, de preocupación, de pesimismo, de ansiedad, serían de cemento. En cambio, los pensamientos de amor, de confianza, de positividad, de autorresponsabilidad, de generosidad, de alegría, de calma, de tranquilidad, de unión, de aprendizaje, tienen la ligereza de una pluma.
Por eso, a más se enfoca en el miedo más pesado se siente, y más miedo siente. Si tiene miedo, acéptelo. Que claro que es normal tener miedo en un momento como éste, y mucho más si es una persona de riesgo o alguien de su entorno lo es. Pero ya está, deje de alimentarlo. Deje de darle el poder. El miedo bloquea y paraliza. No hable de ello ni piense más en ello, no le dé su energía. Escriba para desahogarse o compártalo con alguien, no se lo guarde. Pero lo expresa una vez y ya, no le da más vueltas a lo que no es útil ni nutritivo.
Elija lo que quiere pensar y a qué quiere prestarle atención en cada momento. Deje de tener siempre las mismas conversaciones, de lo horrible que es esto, de lo que va a pasar, de quién es el culpable o de qué habría que haber hecho diferente. Si hace falta, desconecte un poco de todo el ruido de las redes sociales y las noticias.
Usted crea su realidad porque elige cómo se siente. Tome esa decisión desde el presente. Elija aquí y ahora lo que quiere y lo que no quiere para usted. «Quiero vivir esto desde la calma, quiero tener confianza, quiero ser optimista, quiero hacer todo lo que esté en mi mano, quiero llevarme un aprendizaje, quiero conectar con el amor…».
Y si a los que le rodean les cuesta, no importa. Elija. Vuelva a usted. Hágase responsable. Este es el momento de ser rebelde. De ser calma en medio de la tormenta. No es usted solo, ni usted sola. Somos todos. Somos enormes, nuestro poder es infinito, para lo bueno y para lo malo. Por eso se trata de estar todos juntos en una energía positiva. De que esa energía de amor, responsabilidad y confianza, de miles y millones de personas vibrando juntas, empiece por cada uno de nosotros. Preguntarse: ¿Qué puedo aprender? ¿Cómo quiero vivir esta situación? ¿Cómo quiero sentirme? ¿Con qué energía quiero vivirla?
6.- Para darnos cuenta que no podemos controlar todo
A veces queremos controlar lo que nos pasa y lo que no nos pasa, cómo son los demás, cómo se comportan, que nos traten con respeto, que la vida nos trate bien… Queremos una vida controlada, agendada y planificada. Vivimos en la soberbia de creer que controlamos algo. Y desde ahí, desde esa necesidad tan de nuestro ego, todo lo que no se corresponde con lo que debería ser es una gran tragedia. Pero no, nadie tiene la capacidad de controlar nada. Y ya es hora de que lo aceptemos y empecemos a fluir con la vida como es.
NO es posible controlar lo que vaya a asuceder. Sí podemos responsabilizarnos, protegernos, cuidarnos y cuidar a los nuestros. Hacer lo que le corresponde desde nuestro pequeño lugar, y seguir las recomendaciones, aquí y ahora. Es decir, cambiar el miedo por un pensamiento racional y un comportamiento responsable. Y, a partir de ahí, resolver desde el presente, desde lo que vaya ocurriendo, no desde lo que no ha pasado. Porque la Vida es mucho más grande que nosotros y nosotros no controlamos nada. Pero sí podemos marcar la diferencia entre ser prudentes y protegernos o volvernos locos y vivir aterrados por lo que pueda pasar. Eso sí que depende de cada uno de nosotros.
7.- Para darnos cuenta de que somos más capaces de lo que creíamos
Vamos a salir de ésta mucho más fuertes. Todos tenemos la capacidad de superar las adversidades que la vida nos trae, ésta incluida. Porque la vida sólo nos trae aquello que somos capaces de superar. Cuando la vida aprieta es cuando tenemos la oportunidad de crecer, de transformarnos, de aprender y de cambiar. En la comodidad no crecemos, ni las sociedades ni sus individuos. Aunque ahora mismo cueste verlo, y a mí misma me cuesta escribirlo, la adversidad es un regalo de la vida, si queremos aprovecharlo. Si lo hace, si se agarra fuerte a la confianza, que no le quepa duda de que después de esto será más fuerte. Pase lo que pase, seremos más fuertes. Preguntarse: ¿Qué puedo aprender? ¿Cómo puedo salir fortalecido de esta situación?
8.- Para conectarnos con la generosidad, la solidaridad y el sentido de unión con los demás
Este es un momento para estar cerca unos de otros, para aportar, para contribuir, para poner nuestro granito de arena. Para dejar de mirarnos el ombligo, de juzgar, criticar y reprochar cómo lo hacen los demás, y hacernos responsables de lo que hacemos cada uno de nosotros. Para comprender que desde nuestro pequeño lugar en el mundo tenemos un poder enorme para ayudar a otros. Para ser generoso, para ser solidario, para pensar cómo puede aportar de alguna manera a los que le rodean…
Para conectar con esa emoción que sentimos cuando a las ocho de la tarde salimos a las ventanas para aplaudir al personal sanitario. O con tantas iniciativas anónimas que están surgiendo: llevarles cartas a los enfermos aislados, escuchar a quienes lo necesitan, acercarle comida a quien no puede arriesgarse a salir a la calle…
Para darnos cuenta de que esa persona con la que nos cruzamos es exactamente igual que nosotros. Para ver al de al lado como alguien igual que usted. Esa persona a la que antes no miraba y con la que ahora se cruza y siente un vínculo, porque sabe que está pasando por lo mismo que usted. ¿Y si le sonriera y le transmitiera confianza y amor con su mirada?
En esto estamos juntos. Dependemos unos de los otros más que nunca. Es el momento de ser amigos de personas a las que ni siquiera conocemos. De ayudar a otro, de ofrecerse, de preguntar, de unirse a alguna causa o de ponerla en marcha usted mismo. Desde su pequeño lugar, desde su enorme lugar. Preguntarse: ¿Qué puedo aprender? ¿Qué pequeño granito puedo aportar yo en estos momentos? ¿Cómo puedo ayudar a los que me rodean?
9.- Para hacer las paces con la Vida
Sí, la vida es como es, nadie nos dijo que fuera a ser de otra forma. Lo único que podemos hacer es aceptarlo, en vez de enfadarnos con ella o seguir luchando para que sea diferente. Aunque le gustaría que fuera distinta, aunque a veces no le parezca justa, aunque a veces sea incomprensible y no tenga sentido, es así. Tiene sus luces y sus sombras, igual que usted y que yo. No es perfecta, igual que no lo somos ni usted ni yo. Preguntarse: ¿Estoy dispuesto a aceptar la vida tal y como es, y no como yo querría que fuera?
10.- Para reconectarnos con nuestros valores
La alegría, la generosidad, la humildad, el reconocimiento, la confianza, la honestidad, la serenidad, la amistad, el entusiasmo, la gratitud, el respeto… Y siempre, siempre, siempre, el amor. El amor versus el miedo. Para dárselo a uno mismo y dárselo a quienes más lo necesitan.
¿Para qué me puede servir esto a mí? ¿Qué me puede aportar esta situación? Para cultivar la paciencia, para aprender a comunicarme mejor, para expresar lo que siento, para pedir lo que necesito, para hacer eso para lo que nunca tengo tiempo, para escuchar a los que me rodean, para escucharme a mí mismo… Cada uno puede sacar su propio aprendizaje, y eso sí, será algo que ni el Covid-19 ni nadie podrá quitarnos.