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Cuando el amor llega en el momento indicado

Cuando el amor llega en el momento indicado 1

El amor rara vez avisa cuando llega, ni hay invitaciones, ni va a acompañado de señales que le permita ser visto a lo lejos. Depende de nosotros cómo lo aceptemos y cómo lo vivamos. Sin embargo, hay momentos en los que parece que el amor ha sabido elegir la ocasión perfecta para hacer acto de presencia. Existe un amor que supone un afecto y cariño que llega en el momento preciso. Se lo llama «Amor Crepuscular» y consiste en valorar este amor de una manera mejr que si nos hubiese llegado en una etapa anterior.

El amor crepuscular es un resumen de experiencias en las que se encierra la sabiduría de saber lo que no queremos y lo que nuestro corazón ansía con fuerza. El amor crepuscular se refiere a ese sentimiento tranquilo, de cariño y comprensión. Cuando nuestro corazón está dolido de pasión y escarmentado de sufrimiento por vivencias pasadas, llega un momento en el que necesita calma y reposo. Es en este momento cuando se produce la ocasión ideal para que el amor crepuscular llene de gozo tu alma. Porque el amor crepuscular es un amor tranquilo y reposado. Un sentimiento de unión entre dos personas que nada tiene que ver con los rigores, las prisas y las exageraciones de relaciones pasadas.

El amor crepuscular se alimenta de las experiencias vividas. Llega un momento en el cual sabemos perfectamente qué es lo que queremos. De repente, conocemos qué es lo que no nos gusta porque hemos aprendido de las experiencias que nos han hecho sufrir. De ello, surge un profundo conocimiento de nosotros mismos y de nuestros sentimientos que, junto a la persona adecuada, es un derroche de pasión tranquila y bella.

A lo largo de los años los seres humanos vivimos una cantidad enorme de emociones y sentimientos relacionados con el amor. Desde muy jóvenes comenzamos a sentir un corazón fuerte y palpitante, necesitado de emociones fuertes. Ya en plena juventud, especialmente durante la adolescencia, se despierta en nuestro corazón una pasión desenfrenada que nos hace vivir con intensidad cada emoción del alma. Tanta que incluso puede doler no estar con el ser querido. Un primer amor es puro fuego, desenfreno y ardor sin fronteras.

Posteriormente, van llegando otras relaciones que aúnan experiencia y descubrimiento. Amores de juventud que, si bien ya tienen cierto contenido de lo anteriormente vivido, todavía no se pueden considerar como crepusculares, ya que mantienen cierto tono de inmadurez adolescente y un tira y afloja constante, aunque van sentando las bases de la personalidad.

Finalmente, tras un largo proceso de dolores, sufrimientos, placeres y diálogo, llega el momento del amor crepuscular. Los corazones han pasado por tantas parejas que necesitan el merecido reposo del guerrero y saben cómo conseguirlo, pues se conocen bien a sí mismos, ha acumulado gran experiencia y conocen mucho de sus almas afines. Cuando llega el amor crepuscular, al fin dejas de ser esclavo de tus pasiones. En ese momento, todo parece mucho más sencillo. Una separación de la persona amada durante la juventud parece desgarrarte el alma. Sin embargo, con la sabiduría y paciencia que da la experiencia, serás capaz de integrar mucho mejor la historia de un amor.

Todas las experiencias que has vivido, tanto dolorosas como no, te servirán para aprender a apreciar a esa persona que está a tu lado. Al mismo tiempo, encontrás la comprensión que necesitas en tu pareja y entre ambos se crea una conjunción maravillosa y una comunicación única y espléndida. Igualmente, es necesario remarcar que el amor crepuscular es recíproco. No llegará si uno realmente no lo desea o si no nos encontramos «preparados». No hará acto de presencia si no comprendemos y nos compenetramos con nuestra pareja. La experiencia y la calma son sus virtudes curativas para el corazón, pero no deja de ser cosa de dos.