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Los dos tipos de incertidumbre que suelen invadirnos

Los dos tipos de incertidumbre que suelen invadirnos 1

Por temor a que esa angustia existencial nos embargue, las personas solemos volvernos muy precavidas en la vida. Nos acomodamos entre otras personas, nos sujetamos a ciertas creencias, habitamos un lugar determinado y, si hay viento a favor, ese mecanismo que armamos,  funciona. Sin embargo, por algún motivo propio o ajeno, no son pocas las veces en las que las cosas suelen desacomodarse y, es entonces cuandos nos aferramos a argumentos sólidos y de los otros para no afrontar el cambio. Nos surge la incertidumbre, la cual puede tornarse en positiva o, en negativa.

La faceta positiva de la incertidumbre es la que nos permite salir de la certeza anquilosada. Esa certeza dada por una seguridad que nos brindó cierto grupo, cierta manera de pensar, ciertos hábitos pero que es una seguridad vetusta que ya poco tiene que ver con quien hoy somos. Frente a esa certeza obsoleta la incertidumbre es la puerta de la duda, del cuestionamiento ante el orden establecido. «¿Qué estoy haciendo con esta gente?», es una pregunta típica de ese sacudón. A veces esa incertidumbre aparece tímida; a veces es arrolladora; a veces evoluciona de goteo a torrente. Con frecuencia es acompañada por argumentos para acallarla, que no son otra cosa que una reacción conservadora. Es que la angustia de no pertenecer al combo que nos creamos o en el que fuimos educados está dejando lugar a la angustia de no saber si habrá un próximo combo posible en el cual sí nos sentiremos cómodos. Y ahí aparece, muchas veces, la otra cara de la incertidumbre: la negativa.

Una cosa, entonces, es la incertidumbre que nos sirve para salir del letargo, que nos lleva a preguntarnos acerca de lo que damos por sentado hace tanto tiempo y de manera tan arraigada que merece una revisión, y otra distinta es la que no nos permite accionar. Esta otra incertidumbre, negativa, es la que se vuelve omnipresente o se limita a alguna cuestión particular pero anclada de manera profunda.

los dos tipos de incertidumbre que suele invadirnos

Para que la incertidumbre sea más traccionadora de cambios que paralizante, existen algunos consejos a seguir:

  • Empezar a despejar variables de incertidumbre, viendo de a poco qué resulta y qué no, para ir definiendo un camino a seguir. Por ejemplo, en el caso de intuir que uno quiere cambiar de carrera, empezar a probar de a poco, sin riesgo, de tantear con una ínfima y casi fugaz pasada por distintas opciones que ayuden a pisar el terreno sobre el que querés o fantaseás con empezar a moverte. Esto ayuda a planificar un proceso de exploración sin altos costos.
  • Asumir que las certezas ayudan en la construcción de cómo somos y qué hacemos pero son relativas: hoy son funcionales, mañana tal vez no. Tiene que ver también con entender la vida como ciclos. En esos ciclos las certezas van cambiando; se vuelven disfuncionales cuando nos encorsetan y no nos permiten evolucionar.
  • No confundir incertidumbre paralizante con el tiempo necesario para madurar nuevas certezas. Por algo existen frases como «Tiempo al tiempo» y «Poco a poco se llega lejos», y símbolos orientales milenarios como el Wu Wei, que muestran que no forzar no es lo mismo que ser pasivos.