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La importancia de la comunicación para resolver conflictos

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Establecer un diálogo con alguien no es fácil, en especial si hay un conflicto que no parece tener vías de solución. Pero, si en lugar de abordar el tema directamente, lo que se hace es dejarle de hablar al otro, lo único que se logra es introducir una tensión extra que aumenta la crisis . A la disputa no resuelta se suma un cúmulo de situaciones y todo termina desembocando en una verdadera incubadora de veneno.

Hay que deirle NO al silencio. Éste, en muchas ocasiones cumple la función de castigo. Dejar de hablar a alguien es una salida a la que muchas personas acuden para, supuestamente, expresar su enojo, su disconformidad o  reproches.

Por otra parte, otras personas, simplemente no tienen interés en resolver el conflicto mediante el diálogo. Lo que desean es que el otro se someta a su propio punto de vista. Entonces utilizan el silencio como castigo, para que el otro se doblegue. Finalmente, se trata de una actitud infantil y lo peor es que no resuelve nada, pero claro… proporciona una gratificación egoísta.

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Hay todo tipo de argumentos para defender la idea de que dejar de hablar a alguien es válido. En el fondo, lo que se busca es castigo. Que entienda que hay un reproche en esa ausencia de palabras. Pero, ¿por qué no decirlo, sino tramitarlo a través del silencio?

  • Los motivos que argumentan quienes optan por evitar el diálogo
  1. Es mejor dejar de hablar a una persona que participar de una discusión en la que se intercambien insultos.
  2. Esa persona no me escucha. Por más que le pido que cambie, no me hace caso. Entonces, es mejor no decir nada porque, ¿para qué?
  3. Tiene que disculparse conmigo por lo que me hizo (o me dijo, o no hizo, o no dijo). Hasta que no lo haga, voy a dejar de hablar.
  4. Para qué hablar si siempre llegamos al mismo punto. Mejor dejar de hablar para ver si entiende que no voy a ceder.
  • Un silencio puede tener muchos significados.

Algunos de ellos son realmente violentos. Dejar de hablar a alguien es asumir una actitud pasivo-agresiva. Esto quiere decir que se está violentando al otro, pero de manera implícita. La mayoría de las veces este tipo de actitudes son tanto o más nocivas que la agresión directa, y lo son porque el silencio se convierte en un vacío que es susceptible de cualquier tipo de interpretación.

Para quien deja de hablarle a otro/a, existen razones concisas. También, hay una expectativa clara frente a lo que esta situación debe traer como desenlace. Pero, a quienes acuden a estos recursos, habría que preguntarles si verdaderamente están seguros de que la otra persona comprende el significado que tiene su silencio.

El silencio alarga distancias. Y la distancia no suele ser un buen aliado para la comprensión o para restaurar lazos rotos o dañados. Por el contrario, contribuye a ahondar las diferencias. Por otra parte, dejar de hablarle a alguien puede funcionar momentáneamente. Se impone el castigo y el otro reacciona: vuelve para disculparse, prometerte cambios o hacer lo que vos quieres. Sin embargo, a largo plazo también termina incubando pequeños rencores que pueden crecer. El silencio rara vez resuelve el conflicto de fondo o da paso a su resolución, solo lo encubre.

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  • También, hay cierta verdad en eso de que, a veces es mejor callar.

Cuando estamos muy exaltados, nerviosos, enojados… La ira hace que exageremos y nos preocupemos más por herir al otro que por expresar realmente lo que pensamos o sentimos. En esas condiciones nada mejor que dejar de hablar mientras recuperamos la compostura. Bajo esas circunstancias, se trata de una decisión inteligente. 

A veces, nos enfrentamos al reto de expresar nuestra ira o nuestro enfado, pero sin herir al otro. La salida no está en dejar de hablar, sino en buscar y encontrar los medios para tender puentes hacia la comprensión. La ausencia de palabras puede hacer que el otro ceda, lo que no significa que el conflicto desaparezca. Por otro lado, también puede pasar que el otro no lo haga y que lo que en un principio era una pelota de ping-pong, se trasforme en una de football bola.

Lo que SI funciona es el buscar mejores condiciones para conversar. También, una forma diferente de expresar nuestra inconformidad. Cambiar el espacio rutinario por otro más cálido y amable a veces contribuye a que la comunicación se renueve. Hablar desde el corazón, siempre remitiéndose a lo que uno sientesy no lo a lo que suponés que siente el otro. Esta es una fórmula que no suele fallar.

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