• Estrés positivo: al contrario de lo que la gente cree, el estrés no siempre hace daño a la persona que lo padece. Este tipo de estrés surge cuando la persona está bajo presión, pero inconscientemente interpreta que los efectos de la situación le pueden otorgar algún beneficio. Este estrés hace que la persona afectada esté motivada y con mucha más energía, un buen ejemplo sería una competición deportiva donde los participantes deben tener un punto de vitalidad para poder salir victoriosos. Este estrés está asociado con emociones positivas, como la felicidad.
  • Estrés negativo (distrés): cuando padecemos distrés anticipamos una situación negativa creyendo que algo nos va a salir mal, lo cual genera una ansiedad que nos paraliza por completo. El estrés negativo nos desequilibra y neutraliza los recursos que en situaciones normales tendríamos a nuestra disposición, lo cual acaba por generar tristeza, bronca, etc.
  • Estrés agudo: es el estrés que más personas experimentan y es causa de las exigencias que nos imponemos nosotros mismos o los demás. Estas exigencias son alimentadas respecto un pasado reciente, o en anticipaciones de un futuro próximo. En pequeñas dosis puede ser positivo pero en dosis más elevadas puede acaba por agotarnos, con severas consecuencias en nuestra salud mental y física.Por suerte este tipo de estrés no dura mucho por lo que no deja secuelas, aparte de ser de fácil curación. Los principales señales del estrés agudo son:
  1. Dolores musculares: Suelen aparecer dolores de cabeza, espalda y contracturas entre otras afecciones.
  2. Emociones negativas: Depresión, ansiedad, miedo, frustración, etc.
  3. Problemas gástricos: El estrés puede causar una gran oscilación en los síntomas estomacales; estreñimiento, acidez, diarrea, dolor abdominal, etc.
  4. Sobreexcitación del sistema nervioso: causa síntomas como aumento de la presión sanguínea, taquicardia, palpitaciones, náuseas, sudoración excesiva y ataques de migraña.
  • Estrés agudo episódico: es también uno de los tipos de estrés más tratado en las consultas psicológicas. Aparece en personas con exigencias irreales, tanto propias como provenientes de la sociedad. Son personas que se muestran irritadas y beligerantes, aparte de tener una angustia permanentes a causa de que no pueden controlar todas las variables que les exigidas. Otro síntoma de las personas que sufren estrés agudo episódico es que siempre están preocupados por el porvenir. Al mostrarse hostiles son difíciles de tratar a no ser que acudan a un especialista y reciban tratamiento.
  • Estrés crónico: es el estrés que aparece en prisiones, guerras o en situaciones de pobreza extrema, situaciones en lo que se debe estar continuamente en alerta. Esta clase de estrés también puede venir de un trauma vivido en la niñez. Al causar una gran desesperanza, puede modificar las creencias y la escala de valores del individuo que lo padece. Sin lugar a dudas es el tipo de estrés es el más grave, con unos resultados destructivos severos para la salud psicológica de la persona que lo padece. Las personas que lo sufren diariamente presentan un desgaste mental y físico que puede dejar secuelas durante toda la vida. La persona no puede cambiar la situación estresante, pero tampoco puede huir, sencillamente no puede hacer nada. La persona que tiene este tipo de estrés muchas veces no es consciente de ello, pues lleva tanto tiempo con ese sufrimiento que ya se ha acostumbrado. Incluso les puede que les guste ya que es lo único que han conocido y no saben o no pueden hacer frente a la situación de otra forma, a causa de esto es normal que rechacen la posibilidad de tratamiento pues se sienten tan identificados con el estrés que creen que ya forma parte de ellos.

Hay estudios que demuestran la relación entre el estrés con enfermedades del aparato digestivo, cáncer, enfermedades cutáneas y problemas cardíacos. Además, con el estrés aparece a menudo la inseguridad y el sentimiento de indefensión (siempre tiran la toalla puesto que creen, o realmente no puede, hacer nada). Y, como el estrés produce muchas vecss ansiedad y depresión, esto puede llevar al riesgo de suicidio.

¿Cómo nos afectan los diferentes tipos de estrés? 3

Factores de riesgo del estrés

Se clasifican en causas psicológicas/internas o causas ambientales/externas. Aunque, en realidad, el estrés suele surgir por ambos factores a la vez, combinados en mayor o menor grado.

Causas psicológicas

  • Locus de control interno y externo: se refieren a la firme opinión de que los sucesos que nos ocurren son controlados por lo que hacemos (es el locus de control interno) o por causas exteriores que el individuo no puede modificar (locus de control externo). Si una persona sufre de locus de control externo probablemente sufrirá estrés pues cree que no puede hacer absolutamente nada ante una situación peligrosa.
  • Timidez: Algunos estudios indican que las personas introvertidas son más sensibles ante una situación estresante y sufren más presión que las personas altamente sociables al encerrarse en sí mismas y no hacer frente a una situación determinada.
  • Autoinfluencia: Cuando creemos que una situación es amenazante interiorizamos ese mismo patrón en nuestra forma de pensar. Por eso mismo, ante un mismo contexto una persona puede reaccionar con serenidad y otra con estrés.
  • Predisposición a la ansiedad: Son personas expuestas a sentirse inquietas ante la incertidumbre. A causa de ello tienen inclinación a padecer estrés.

Causas ambientales

  • La suspensión de la costumbre: Cuando de repente algo acaba es complicado volver a adaptarse a una nueva rutina (que es lo que nos da cierta estabilidad en nuestras vidas) pues la psique despliega todos los recursos para volver adaptarse al nuevo contexto. Por ejemplo, acabar unas vacaciones.
  • La eventualidad de lo inesperado: La alteración de algún aspecto de nuestra vida siempre genera nos desestabiliza en menor o mayor medida (aunque el cambio sea para mejor) ergo nos causa estrés. Por ejemplo, ser contratado en un nuevo trabajo.
  • La contradicción del conflicto: Es una confusión mental que produce que nuestro equilibrio interno se vaya al traste, produciendo un caos en nuestra mente. Volver a establecer el orden que había antes del caos requiere que la persona utilice todas las herramientas de las que dispone, produciendo de este modo una notable fatiga mental. Por ejemplo, sufrir una grave enfermedad.
  • El desamparo ante lo inamovible: En este contexto la persona no puede hacer nada ya que las circunstancias superan los recursos de los que dispone la persona.. Por ejemplo, la muerte de un familiar.

La aparición del estrés puede suponer graves problemas en el futuro si no se combate adecuadamente, por tanto es necesario buscar tratamiento y aprender herramientas prácticas para afrontarlo. Acudir a un psicólogo clínico puede ser clave para aprender a gestionar las emociones y sensaciones negativas asociadas al estrés.