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Cómo distinguir las grasas y los carbohidratos dañinos

Cómo distinguir las grasas y los carbohidratos dañinos 1

grasas nocivas

Cuando se descubrió que una dieta con alto contenido de grasas saturadas y colesterol era un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, las personas comenzaron a comer menos grasas. Esto es un error. La advertencia se refería a las grasas saturadas provenientes de alimentos de origen animal y no a toda clase de grasas. No todas son malas, contamos con grasas que son «buenas» y muy necesarias para un correcto funcionamiento de nuestro organismo.

Al evitar todo tipo de grasas (por creerse que son todas dañinas), en su reemplazo, muchos comenzaron a elegir una gama de alimentos libres de grasa pero ricos en carbohidratos no muy buenos, como las galletas saladas y los yoghurts. Es así como se incrementó la ingesta de 2 clases de carbohidratos: azúcares refinados y almidones. Lejos de brindar una solución, éstos han colaborado en la proliferación de la obesidad y de la diabetes diabetes Tipo 2.

grasas monosaturadas_sanas

Es de suma importancia tomar en cuenta la calidad de los carbohidratos, distinguir entre las grasas saludables y las nocivas, los carbohidratos saludables y aquellos que son dañinos. Las grasas saturadas, que se encuentran en los alimentos de origen animal como las carnes y los lácteos, aumentan los niveles de colesterol en la sangre y eso no es saludable, pero el aceite de oliva 100% extra virgen, es beneficioso para el sistema cardiovascular y también para controlar el peso. Éste aceite, el aceite de canola, el aguacate y los aceites de las nueces son monoinsaturados y, lo que se debe comprender bien es que, a pesar de que poseen tantas calorías como la carne y la grasa de los lácteos, no aumentan los niveles de colesterol sanguíneo ni fomentan la formación de depósitos de grasa que obstruyen los vasos sanguíneos.

grasas nocivas 2

En lo que respecta a los carbohidratos, los azúcares son carbohidratos simples y los almidones son carbohidratos complejos. Todos se descomponen en glucosa (el combustible del cuerpo). Los azúcares se digieren con rapidez, por lo que aumentan de inmediato la glucosa en la sangre, pero toma más tiempo digerir la mayoría de los almidones. Los carbohidratos refinados, como el pan blanco y el arroz blanco, son excepciones importantes. Los alimentos ricos en almidones con granos altamente procesados, que ya no contienen fibra alimentaria, actúan más como el azúcar en el cuerpo. Se digieren y absorben rápidamente, aumentan los niveles de glucosa en la sangre y provocan la secreción de insulina para procesar la glucosa. Cuando se consumen en cantidades mayores a las que el cuerpo necesita para la energía inmediata y almacenada, los carbohidratos refinados y los azúcares pueden provocar resistencia a la insulina y contribuir a la enfermedad del hígado graso.

grasas saturadas_malas

La carga glucémica y el índice glucémico están muy relacionados entre sí. Mientras el índice glucémico mide qué tan rápido un alimento específico aumenta los niveles de azúcar en la sangre, la carga glucémica toma en cuenta el tamaño de las porciones. Los alimentos con índices glucémicos elevados son un gran problema para la gente que quiere controlar su peso. La cantidad de insulina liberada para reducir la glucosa en la sangre puede ser excesiva y provocar que nos dé hambre en poco tiempo. Un alimento con un bajo índice glucémico, por otra parte, no tiene ese efecto.

Piles of nuts

Y los alimentos ricos en grasas sanas, como los maníes, las almendras, las castañas de cajú, las nueces, pueden en efecto retrasar el hambre, si bien las calorías pueden aumentar rápidamente si se consumen en exceso. Además, el consumo crónico de alimentos con un efecto glucémico elevado puede causar resistencia a la insulina, la cual es un sello distintivo de la diabetes tipo 2. También puede generar un exceso de ácidos grasos libres en la sangre, lo que ocasiona la enfermedad del hígado graso. La prevalencia de ambos trastornos ha aumentado en los últimos años y ambos ocasionan inflamación crónica que, a su vez, lleva a enfermedades cardiovasculares.