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Cómo debemos actuar cuando el amor solo no alcanza

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Tomar rumbos distintos es la salida más evidente, pero también podemos darnos una oportunidad para revisar algunos acuerdos básicos que desequilibraron el vínculo. ¿Cómo lo hacemos? Existe la creencia de que cuando una pareja se quiere puede superar todos los problemas y las dificultades. Que el solo hecho de amarse es garantía de tener un vínculo feliz, de que el amor todo lo puede. Lamentablemente esto no es así, sería genial si así fuera porque existirían menos separaciones y divorcios, y también menos sufrimiento. Suelen haber miles de parejas que se quieren pero a pesar de eso se separan igual, parejas que a pesar de quererse no pueden hacer que la relación funcione.

Esto nos da la pauta de que muchas veces el amor no alcanza para que una pareja permanezca unida.

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¿Cuáles son los otros factores que hay que tomar en cuenta para que una relación supere una crisis y siga adelante?

La mayoría de las personas que se separan refieren dos motivos fundamentales que se presentan en la mayoría de los divorcios. Las parejas presentan en general uno u otro pero a veces también ambos.

  • El primero tiene que ver con el hecho de no sentirse valorado. Muchas personas recién separadas dicen haberse sentido desvalorizadas, subestimadas en sus opiniones, no tenidas en cuenta, ignoradas a la hora de tomar decisiones. En un extremo, esto puede llegar a manifestarse como una relación jerárquica en donde parecen más un jefe y un empleado que dos pares; en donde se hace sólo lo que quiere uno de los dos. Es el caso de parejas que tienen una asimetría vertical. Uno tiene más poder que el otro y se nota en las cuestiones más complejas y también en las más cotidianas. Uno de ellos prácticamente tiene el poder de decisión total en la mayoría de las cuestiones de la relación.
  • El otro motivo es que en algún momento de la relación, empezó a sentir que el otro se alejaba, empezó a sentir un distanciamiento emocional que comenzó a de a poco pero se fue agravando con el paso del tiempo. Cuando esto se acentúa y se instala aparece el desenganche emocional: a uno de los dos ya no le interesa lo que le pasa al otro, sea bueno o sea malo ya no lo afecta ni para bien ni para mal. Esta última característica se puede pensar como una asimetría horizontal. En este caso se produce un distanciamiento de uno de los integrantes de la pareja. Esto no sucede de un día para el otro sino que es algo que aparece en un momento y se va agravando con el paso del tiempo. Se extrema la frialdad en el vínculo.

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El poder dentro de la pareja

Todas las parejas tienen un contrato emocional y psicológico, y ese contrato, entre muchas otras cosas, regula el poder que circula en la relación. Existe un factor fundamental por debajo de la mayoría de los conflictos de pareja que influye de forma considerable en los dos motivos que se plantean en el párrafo anterior. Ese factor tiene que ver con el poder que circula dentro de una relación, y qué tan bien o que tan mal distribuido esté dentro de la pareja redunda en conflictividad o no. Cuando ese poder se presenta en dosis muy diferentes en los integrantes de la relación tenemos como consecuencia una pareja asimétrica, desequilibrada y que genera sufrimiento.

El contrato

Todas las parejas generan un acuerdo en los primeros tiempos de la relación. Este tiene aspectos explícitos y sobre todo aspectos implícitos, que son los más complejos de ver y descubrir. ¿Se puede renegociar? Si todas las parejas tienen un contrato, más tarde o más temprano van a necesitar renegociarlo, ya que los integrantes del vínculo, si bien son los mismos, también van cambiando; lo que pudo haber servido en el primer tiempo de la pareja quizás en otro momento ya no les sirva demasiado. Volvemos a preguntarnos, ¿qué hacemos cuando el amor no alcanza? Tal vez repensar, más racionalmente, los acuerdos implícitos y explícitos, sin confiarle todo al sentimiento; equilibrando la balanza con nuevos principios, más sólidos y justos.